Noble Coral en su hábitat natural
Corales que viven solos o en colonias; con estructuras rígidas, semi-rígidas o blandas, que se esconden bajo piedras o se yerguen como árboles; que prefieren las zonas soleadas o buscan cuevas y lugares sombríos; que pueden generar luz o que contienen sustancias medicinales, que están a ras de agua o a más de 5.000 metros de profundidad; con pólipos que son regenerados cada año, o colonias que pueden tener de 50 a más de 1.000 años, y arrecifes que han tardado más de 8.000 años en formarse. Aunque el número de especies de corales que se encuentran en el Mediterráneo representa menos del 5% de los existentes en el mundo, la diversidad de sus tipos y formas de vida nos dan un ejemplo de la gran importancia de estos animales en el ecosistema marino global.
Los corales son animales muy simples y, como tales, capaces de crear comunidades muy complejas y diversas. Contrariamente a la creencia general, los organismos simples son los que muestran una mayor capacidad de adaptación y mutación, ya que los organismos complejos son más especializados y, por tanto, con menor posibilidad de sufrir modificaciones genéticas y físicas en un corto periodo de tiempo.
Los corales pertenecen a una de las clases animales más antiguas que existe en el mundo. Sus restos fósiles pueden ser rastreados hasta el periodo pre-Cámbrico , momento en el que se produjo la gran explosión de vida en los océanos, hace más de 500 millones de años.
El Mediterráneo, con un 1.1% de la superficie marina mundial y un 0,3% del volumen de agua salada existente, ya no conserva los impresionantes arrecifes de coral que albergaba hace unos 60 millones de años gracias a unas características climáticas y oceanográficas diferentes. Sin embargo, en la actualidad sigue dando cobijo a una espectacular muestra de corales, incluyendo algunos exclusivos de este mar.
La denominación “coral” es muy ambigua, ya que es un nombre utilizado vulgarmente para referirse a unas pocas especies de esqueleto rígido, o a determinados grupos de antozoos. Pero, a veces sirve para denominar a especies de otras clases faunísticas, como hidrozoos o briozoos. Este es el caso del coral de fuego (Millepora sp.) o el falso coral (Myriapora truncata).
Los corales pueden presentarse viviendo solitarios o en inmensas colonias, pueden mostrar sólo sus cuerpos blandos, vivir dentro de un tubo o crear estructuras erectas rí- gidas, semi-rígidas o, incluso blandas sobre las que asientan sus pólipos. Pueden erigirse en formas arborescentes muy o poco ramificadas, en mantos que cubren paredes o el fondo como si fuera césped, presentarse en almohadillas, con aspecto de bola, pluma, lá- tigo, globulosas, etc. Y también los hay que han decidido ocupar las estructuras que han creado esponjas u otros corales.
Más de 200 especies de corales (de las 5.600 descritas en todo el mundo y de 500 en Europa) viven en el Mediterráneo, Algunas son especies endémicas de este mar, mientras que otras pueden tener una distribución Atlántico subtropical y templada, también las hay que son más habituales en zonas árticas y algunas especies son cosmopolitas.
Hace seis millones de años, durante el final del Mioceno (Messiniense) aún quedaban algunos restos de arrecifes de coral de los géneros Porites, Tarbellastrea, Siderastrea, Plesiastraea, Favites, Stylophora o Acanthastrea en algunas zonas del Mediterráneo15. Algunos de ellos permanecen como fósiles aún sumergidos (caso de Alborán) y otros se encuentran actualmente por encima del nivel del mar o a caballo entre ambos ambientes, como en los casos de Cap Blanc (Mallorca)16 o el golfo de Antalya y las montañas Taurides del sudoeste de Turquía17, por poner ejemplos de ambos lados del Mediterráneo.
La capacidad para fijarse sobre diferentes sustratos hace de los corales grandes colonizadores, incluso sobre rocas y paredes con fuerte pendiente. Las paredes, cantiles y rocas elevadas son uno de los lugares favoritos de muchas especies de corales. Estos lugares privilegiados les proporciona un sitio donde poder filtrar el agua llena de plancton que suele levantarse en estas zonas o es llevada aquí por las corrientes.
No a todos los corales les gusta la luz, por lo que algunos buscan cuevas y oquedades donde desarrollarse. Algunas especies se han especializado en estos hábitats umbríos, otros los han sumado a su amplio rango de distribución, y hay a los que no les ha quedado más remedio que vivir allí como último reducto a causa de la sobreexplotación comercial en zonas más expuestas y accesibles
Para crecer y sobrevivir en el medio marino, los corales deben enfrentarse a diferentes condicionantes. Uno de los factores determinantes en el crecimiento de los corales es la disponibilidad de alimento. Este puede verse favorecido en zonas con corrientes o donde se mezclan distintas masas de agua. La existencia de poca sedimentación y turbidez también juegan un papel importante.
En el mundo se han identificado, al menos, 18 enfermedades que pueden afectar masivamente a los corales.
Algunas especies de corales han sido buscadas y recolectadas desde antiguo por su vistosidad. Se han utilizado como elementos de joyería o bisutería, y más recientemente, como souvenirs